18.8.09

Isla Oscura

El helado panorama no muestra más que humo y ruinas. Me alegra estar de vuelta en la cordillera, lejos de las minas, aunque una parte de mí no se siente dispuesto aun. Debieron de saber lo que pasaría si nos descubrían si tratábamos de ser los únicos interesados en el misterioso oro. Tal vez ya estén en tierra firme. Tal vez ya es demasiado tarde.

…“¿Qué hacemos aquí?” Le pregunté a Dwel, convencido de que si ha pasado algo es por culpa nuestra.

“Venimos por el oro azul, en caso de que no lo hayas notado; tiene poder.” Me dijo como si dudara de mi cordura.

“Lo he notado.” Le dije. “Tiene poder suficiente como para corromper a algunos.”
“Sólo a los más débiles.” Me dijo con cínica mirada.

Estuve a punto de preguntarle por qué estaba él aquí entonces – ¿cómo podía ser tan ciego? – cuando de pronto veo algo a lo lejos.

“¡Detente!” Le dije. Dwel frenó tan bruscamente que por poco nos caímos de la plataforma.

“¿¡Qué pretendes!?” Exclamó Dwel mientras levantaba su cañón.

Es la fragata. La vi tambalearse a lo lejos, y parecía más pequeña mientras llegaba a tierra. Se alejaba de nosotros ardiendo y un escalofrío recorrió mis brazos.

“¿Dónde habrá encallado?” Le pregunté a mi compañero.

“Qué me importa ¿Por qué habría de importarme?” Rugió. Parecía estar satisfecho con él mismo.

“Porque significa que ya están en tierra” Le dije casi con un hilo de voz. Esperando que no notara que estaba asustado.

Dwel balbuceó en un intento de decir algo sabio, gruñó y cambió de rumbo hacia donde comenzaba la estela. No tardamos en llegar al sitio de impacto, donde encontramos a dos heridos flotando en el lago. Entonces vimos la nave de la Cazadora a lo lejos. Subimos a los heridos a la plataforma y nos fuimos tan rápido como pudimos. Vi el miedo brillar en los ojos de uno de los heridos. Pude leer su placa. Su nombre era Agrerdr y era parte del equipo científico.

Mientras nos alejábamos, la fragata se consumía rápidamente en llamas; o tal vez es sólo que íbamos muy rápido y el horizonte la devoraba vorazmente. Dwel es un piloto ágil y logramos llegar a salvo, y aun más importante: sin ser vistos…
A mi lado se encuentra Agrerdr, riéndose entre ahogos. Me muestra su muñón. “Quería comernos.” Me explica sereno, pero con un tono de asombro. “Ahora sé cuan fuerte es ¡Tan fuerte como para poder escapar de nuestras garras!” Aún se ríe entre ahogos.

“¿Qué tiene eso de gracioso? ¿De qué te ríes?” Le pregunto confuso.

“¿Me río?” Me pregunta extrañado. “No me percaté, supongo que es del gusto… Sólo estoy feliz de seguir vivo”

Intento compartir su felicidad, pero no encuentro un buen motivo. Miro al horizonte, y de vuelta a Agrerdr, pero éste yace inmóvil y esta vez agónico. “Déjame caer.” Me suplica. “Por favor.”

Procuro que Dwel no se percate de semejante cobardía, y dejo caer a Agrerdr; su distraída mirada al caer me recuerda a aquella de los corrompidos. Aquella mirada que no mira más allá de la oscuridad del paraíso.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario